El legado de "Pistol" Pete Maravich
- Javier Alvarado
- 21 ago 2017
- 4 Min. de lectura
La historia de este jugador es, probablemente, una de las más curiosas y llamativas de la historia de la NBA, la historia de un jugador incomprendido para su época y que usó el baloncesto como su único refugio. Mientras el baloncesto le protegía del exterior, también le consumía por dentro, siendo devorado por su propia fama y el ansia de conseguir un título.

El joven mago en su etapa con Atlanta Hawks
En junio de 1947 nació en Pensilvania un niño, hijo de un entrenador de baloncesto universitario, que mamó este deporte desde el principio. Su padre, Press Maravich le dijo que no podía permitirse pagarle la universidad, pero que podía hacer otra cosa, enseñarle a jugar al baloncesto.

Jugó cuatro años a las órdenes de su padre en la prestigiosa Universidad Estatal de Louisiana (LSU) , promediando la friolera de 44,2 puntos, siendo un total de 3667 puntos, cifra de récord a nivel universitario. Le fueron otorgados diversos premios, como tres apariciones en el quinteto All-American (1968, 1969 y 1970), baloncestista del año en esas mismas temporadas, el premio Oscar Robertson en el 69 y el 70 y el premio al jugador universitario del año en su último año en 1970.
Posiblemente, sólo por el cúmulo de estadísticas durante su periplo universitario, podría ser considerado una leyenda del baloncesto. Además, a este hito se le sumará una corta pero productiva carrera en la NBA, haciendo su historia, si cabe, todavía más interesante.
Era ya el momento de dar el gran salto, Peter se decantó por la NBA y no la ABA ya que allí jugaban sus dos ídolos, Jerry West y Oscar Robertson. Fue seleccionado en tercer lugar del draft, tras Bob Lanier en el primer lugar a los Detroit Pistons y Rudy Tomjanovic en el segundo lugar a los Rockets.
Estuvo vinculado a los Hawks desde la temporada 1970-71, en la que le draftearon, hasta la temporada 1973-74. En esas cuatro temporadas jugó 302 partidos en los que promedió 24,3 puntos (con un acierto de 44,8%) , 4,2 rebotes y 5,6 asistencias jugando cerca de 37 minutos por partido.

Un joven Pete Maravich con la camiseta de los Atlanta Hawks.

En 1974 debido a múltiples problemas acabó recalando en New Orleans Jazz, equipo en el que jugó las 5 siguientes temporadas, incluyendo el traspaso de la franquicia a Utah. Al final de esa quinta temporada sería traspasado a Boston, donde coincidiría con un novato de nombre Larry Bird.
Acabada esa temporada, debido a problemas en su rodilla, Maravich decide retirarse tras 10 años de carrera y un legado adelantado a su tiempo, pues gracias a él y algún otro jugador podemos disfrutar del baloncesto tal y como lo conocemos hoy. Ocho años después, jugando en una cancha de Pasadena, California, Pete Maravich moriría de un ataque de corazón mientras jugaba al baloncesto. Tenía tan sólo 40 años.
Pete dijo aquello de " no quiero jugar 10 años al baloncesto y morir por un ataque al corazón a los 40", cosa que por desgracia ocurrió, tras pronunciar un "me siento genial" con un balón de baloncesto en sus manos el mítico jugador se desplomaba. Acababa de morir Pete Maravich, el genio solitario, inventor de jugadas imposibles y pases espectaculares, ese ídolo que nunca fue feliz. Pero moría con el objeto más importante de su vida, un espejo de lo que había sido esta, que le había dado momentos de gloria y que a su vez le había consumido, ese objeto que le quitó su infancia y juventud.
Ese 5 de enero de 1988 acababa una vida, pero comenzaba una de las mayores leyendas de la NBA, la leyenda de un genio incomprendido que lo dio todo por este deporte y este lo consumió, se escondió en un icono y su propio icono lo suplantó ante la atenta mirada del mundo, un espíritu vulnerable devorado por su propia fama...
Pese a su corta carrera, su herencia es inabarcable, máximo anotador histórico de la NCAA, 5 veces All-Star (1973, 1974, 1977, 1978 y 1979), máximo anotador de la NBA en 1977, dos veces en el primer quinteto y otras dos en el segundo de la NBA. Pero lo más destacado, el jugador más joven en entrar al Hall of Fame de la NBA en 1987, poco antes de morir, siendo uno de los pocos reconocimientos que recibió antes de morir.
Según la autopsia Pete padecía un problema cardíaco del que nadie tenía constancia, una deficiencia que no suele dejar que los que lo padecen pasen de adolescentes. Podría haber muerto en uno de esos partidos en el patio del colegio, o entrenando con LSU, o jugando en una de las míticas canchas de la NBA. Pero la vida decidió darle una prórroga, estando escrito que moriría joven nos dejó disfrutar de él y le dejó morir tras cumplir su sueño.
Para acabar me gustaría citar una de sus frases " El amor nunca falla, el carácter nunca se rinde, y con paciencia y persistencia los sueños se hacen realidad.".
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